Me siento deshecha, en pedazos. Desarmada, derretida, decaída. Dando batalla. Batallando aunque ya no es suficiente. Perdiendo la paciencia una y otra vez, consumida por la desesperación y el enojo. Tengo la masa encefálica hecha un postre de gelatina, una garganta que me pica y un cuerpo que ya no quiere caminar más. Me sigo levantando aunque no quiera. Disimulo; qué gran actriz que soy a veces. Pero tengo un par de ojos verdes que me delatan, que se dilatan y se rehúsan sobremanera a llenarse de lágrimas. Me vendría bien llorar para hacer un cambio.
Nunca nada es suficiente. No importa el sacrificio, la paciencia, el amor, el enojo. Estoy condenada a sufrir a determinados personajes en mi vida. Pero la paciencia se acaba, nadie lo nota, pero se acaba... ¡¡se acaba!!
Necesito una bocanada de aire fresco. Un beso, un abrazo y un mimo para poder dormir, para no soñar que me están matando con balas que tengo que esquivar porque las veo venir y me agacho, me cubro la cara y los costados. Nunca es suficiente, en algún momento me van a pegar.
Nunca nada es suficiente. No importa el sacrificio, la paciencia, el amor, el enojo. Estoy condenada a sufrir a determinados personajes en mi vida. Pero la paciencia se acaba, nadie lo nota, pero se acaba... ¡¡se acaba!!
Necesito una bocanada de aire fresco. Un beso, un abrazo y un mimo para poder dormir, para no soñar que me están matando con balas que tengo que esquivar porque las veo venir y me agacho, me cubro la cara y los costados. Nunca es suficiente, en algún momento me van a pegar.
Tengo miedo.