(o pequeñas quejas en tinta alta)
No suelo utilizar mi pequeño espacio para reflexiones personales, pero hay cosas que a veces me desbordan, sobre todo en días calurosos como hoy en los que estoy en pijama y rodete, descalza y tirada sobre la cama leyendo un libro y me siento muy tonta. (igual, Bohe dice que me estoy tomando mi vida como si fuera un cuento... quizás lo sea, no lo sé)
Detesto cuando me dicen que una de mis amigas está buena, muy buena, presentámela, dale, no seas rata, ¡compartí tus amigas, mierda! Qué garca que sos, etceteridades.
No es que me moleste compartir, no es que me molesten las presentaciones, ni siquiera me importa que las cosas salgan mal. El punto es que termino sintiéndome el patito feo del cuento, con la diferencia de que yo ya no voy a crecer para ser cisne porque ya estoy grandecita y desarrolladita, pero me siento inferior, estúpidamente inferior.
En realidad, habría que poner el nombre que corresponde: me siento FEA.
Como cuando íbamos a bailar tres, cuatro, ocho... y la que siempre terminaba bailando sola mirando el piso o convenciéndose de lo divertida que era la música y mejor que no me saquen a bailar así disfruto era yo.
A veces se siente como cuando te van a presentar a un chico y te dicen: es un dulce de leche, reee simpático! y lo viste y te morís porque sí, es un dulce de leche, pero no te atrevés ni a tocarlo con un palo (qué superficial estoy hoy, ¿será el período?)
También a veces me pongo a pensar en las estupideces que escucho y que siempre discuto con amigas. Creo que las personas con las que más estuve de acuerdo en esto fue con Naty y Bohe. Y cuando leo blogs muy femeninos, muy personales me pone aún más feminista.
También me echo la culpa el 90% de las veces. Perfilar primero como amiga para conocer a alguien te relega, inevitablemente, a no moverte de ese rol nunca de jamasés y cuando me encuentro escribiendo alguna historia de amor frustrada, me digo a mí misma: si serás pelotuda, nena, otra vez jugándola de amiga... Y siempre terminás gustándoles a los que te gustaría caerles más como amiga. Pero qué va, siempre siempre siempre es al revés. Qué tipita jodida, maldita sea.
No, no puedo ser histérica, qué querés que te diga. No me va la zorra. No me va hacerme la diosa. Siempre pensé que mi cerebro y mi personalidad me tendrían que llevar más lejos que tener que andar mostrando un par de tetas con un escote generoso.
¡Pero no, no, no! Las mujeres inteligentes y con capacidad para cerrarte la bocota INTIMIDAMOS. A mí no me engañan más.
La de la minita inteligente no me la creo más... ¿a mamá mona con bananas verdes? ¡Por favor!
Eclipse indignada da un portazo y se va, refunfuñando por lo bajo. Exteriorizar es divertido... pero extenuante.