Estar en el mar en bikini poniendo la espalda cuando viene la ola. Que haga frío y aún así ponerle onda. Reírme y hacer morisquetas hasta que viene una ola grande y me tira a la mierda. Terminar con el corpiño de la bikini de sombrero y agarrándome la bombacha para que no se me vea el culo.
Al principio es hilarante pero se acaba la gracia en el momento en que no terminás de arreglarte y te pega una ola atrás de la otra. Una. Tras. Otra. Te revuelca por la arena con conchilla, esa que te hace frutillas en las rodillas. Escupís agua y se te llena de arena la vida.
Justo ahí pensás en las pausas. Porque del mar no querés salir. Pero ¡qué bien vendría hacer una planchita al sol por un ratito...!