viernes, 12 de marzo de 2010

Pueblo límite

Parada sobre el filo del límite que __________ (elegir). Conjugar el verbo en el tiempo adecuado al aquí y ahora. Tentada por vez primera, coqueteo con la idea. A veces, con un pie dentro del continente y el otro fuera, pendiendo en el vacío. Balanceándome sin saber si voy a caerme o lanzarme, cuestionando el paradigma reinante que postula que el mundo es plano y está sostenido por cuatro tortugas gigantes. Es el camino sin retorno: no puedo sujetarme con los dedos del borde y soltar de a poco, repensar la idea mientras barajo opciones y transcurre el tiempo que podría modificar las reglas del juego. ¿Lanzarse de espaldas para observar lo que se abandona o boca abajo, expectante por lo que vendrá? El vértigo es saber que después de la inspiración me espera el piso, que voy a estrellarme.

No necesito nombrarte. O saber si sos. Sólo sentirte. Este es ese por qué cuya respuesta no me importa.

Mi sangre late espesa, pujante. Llevo mi mano a mi pelo para acomodarlo detrás de mi oreja, a la altura de mi sien, para ganar tiempo, ¿quizás esconderme? Pestañeo leve y lento para abrir, de una vez por todas, los ojos. Elevar los párpados ante lo nuevo. Cimbronazo a mi estructura por juntar tanto latir en mi punto sensible y rector; se prende la mecha de las sensaciones. Paradójicamente tirito ante estas moléculas que se aceleran aumentando la temperatura interna. Chocan confines antes anónimos y gobierna ese silencio que hace una estrella al estallar en el medio de la galaxia. Finalmente, se consume mi pabilo de manera estrepitosa, lanzando ínfimas chispas al aire, desbaratando la parafina que se condensaba alrededor de él. Estoy despabilada. Como recién amanecida después de 12 horas de sueño profundo que se ve interrumpido de repente sin despertador mediante. Irrumpe la incertidumbre de quien se sabe sin eje, dando la espalda a la estructura y abriendo las puertas a todopuedeserpuesloquedebaser,será.

El vértigo es saber que después de la inspiración me espera el piso, que voy a estrellarme. Parada sobre el filo del límite que elegía (elegir).